martes, 20 de octubre de 2009

" EN BUSCA DE PISO PERDIDO"


Tras el aterrizaje, el siguiente paso era buscar un sitio donde por ende iba a pasar la mayor parte de mi estancia, pero era ya tarde y solo podía acceder a un hotel, más aun cuando el temor de sentirte desubicado infunde una extraña sensación en ti.

Accedí a pasar la primera noche en un hotel, y ya por la mañana junta mis amigos de peregrinaciones, iniciar la ardua tarea de ver pisos, hablar con el casero en italiano y demás menesteres propios de la experiencia.

Los peregrinos errantes como yo, Menchu que había conocido a través de internet y conocido in situ mientras facturaba mis maletas, y Teresa que había conocido nada más aterrizar el avión, nos proponíamos a comenzar la andadura.

La andadura nos costó cuatro días y encontramos de todo, he de señalar que aquí la gente intenta alquilar cualquier cosa, es un gran negocio para ellos, con un idiolecto bastante macarrónico y asendereado. Pero nosotros sabíamos que aun había sol en las bardas y con nuestro sentimiento de bienquerencia estábamos dispuestos a superar la situación, para nada cómica y para nada segura.

Señalar también que la gente que viene de Erasmus viene con un propósito de auxilio, pues mi segunda noche la pase en una casa con David, un chaval de córdoba que me ofreció su casa para darme cobijo, en esa casa había diez personas más, que como yo, vagaban por un océano eviterno.

La tercera noche la pase junto a Alberto, un chaval de Madrid que me ofreció también alojamiento e indicaciones sobre más pisos, y una hospitalidad apabullante.

Mientras tanto, la mañana y tarde, era exclusiva para realizar papeleos en la facultad, una burocracia bastante más que pasota que la española y ya es decir… al mismo tiempo que te tienes que preocupar de buscar piso de allí para acá.

Los caciques de las casas, casi todos, piden lo impensable y no piensan lo que dicen y ofrecen, muy atrevidos en la logomaquia y en el euro.

Ya cansados de ir y venir y no llegar a ningún lado, encontramos la última posibilidad del día, y de la semana, pues en los fines de semana la gente no muestra pisos y tendríamos que ir a la buena aventura.

Llamamos por teléfono y quedamos a una hora, como de costumbre, nos recibe Pablo un chaval brasileño que nos ofreció cobijo y habitar la casa de forma inmediata, la casa está en el mismo centro de Bolonia, es muy amplia y acogedora y cerca de la fiesta y la facultad.

Le dijimos que nos la quedábamos y nos dio las llaves para hacer copias, mientras los demás iban a por birras para festejarlo y poder descansar embriagados.

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