lunes, 26 de abril de 2010

" Londres "


Otro destino en el que desde siempre me había gustado inmiscuirme era Londres.
Lo cierto es que no sabía hasta que punto me iba a exasperar el no haber ido antes, pero aún así, ya estábamos subidos en el avión con destino a Londres.
En el viaje íbamos mis dos conculinas y Carmen, otra Erasmus tan rematadamente loca como nosotros.
La cuidad a la cual nos dirigíamos, fue fundada por los romanos entorno al año 43 bajo el nombre de Londinium.
En a la llegada al aeropuerto de Stansted se empezó a palpar el frio en el ambiente londinense.
Por suerte para nosotros, y gracias a mi conculina Teresotty, disponíamos de un hogar bastante acogedor. Pues el hermano y la novia de él, están allí trabajando. Con lo cual y nos ofrecieron cobijo y pautas para movernos por allí.
Ya una vez asentados y con la orientación por saber cómo movernos en el metro, nos adentramos en una urbe que cuenta con un amplio número de culturas, pues en la ciudad se hablan más de 300 lenguas.
Una de las mejores cosas en las que pudimos gastar dinero fue, hacer dos tours.
El primero consistía en un recorrido por la vieja London. Cada tours consta de unas dos horas y media aproximadamente. En ese tiempo se recorren lugares de interés, al mismo tiempo que nos cuentan la historia de la cuidad.
Visitamos una iglesia erguida en honor a la RAF. Que aun presentaba orificios de balas de la segunda guerra mundial.
Otro lugar por el que nos guiaron en el tours fue la iglesia del temple. Fue hecha como el modelo de la iglesia del santo Sepulcro de Jerusalén. Construida en el S.XII como nueva sede de los templarios en Londres.
La City of London también fue algo muy peculiar, pues conserva aun restos de su paso medieval, y cuenta con su propio alcalde y asamblea. Siendo primordial que la misma reina informe al alcalde para poder entrar.
Allí es precisamente donde se encuentras sitios bastante importantes de la cuidad.
La torre de Londres donde hoy se custodian las joyas de la corona, consideradas las más valiosas del mundo y de un incalculable valor.
La Abadía de Westminster, Una iglesia gótica donde se realizan las coronaciones y los entierros de los monarcas ingleses.
El palacio de Westminster a orillas del rio Támesis, es donde se reúnen las dos cámaras del parlamento, la cámara de los lores y la cámara de los comunes.
Primeramente esta instalación sirvió como residencia real. Y una de las cosas más notables del palacio es la torre del reloj, con la conocida campana de nombre Big Ben. Con una ligereza de casi 13 toneladas.
El palacio de Buckingham fue una visita obligada aunque solo pudimos ver su exterior, el palacio ondea una bandera de gran Bretaña, la cual se mantiene cuando la reina esta en palacio, y de no estarlo es retirada.
La bandera de Gran Bretaña, es combinación de las banderas de Inglaterra y Escocia con la bandera de San Patricio de Irlanda, Tras la unificación de los reinos en 1800.
El puente del milenio fue el único puente por el cual cruzamos, es un puente colgante que fue cerrado dos días después de ser abierto y tras superar en 2.2 millones de libras su presupuesto.
La catedral de san Pablo es una maravilla visual impactante, no pudimos ver su interior aunque me hubiese encantando, sobre todo por la cripta. Pues alberga las tumbas de numerosos personajes importantes, como Horacio Nelson, Wellington, Lawrence de Arabia, Alexander Fleming.
Nos contaron el gran incendio de 1666. Un incendio que estalló en la panadería de Thomas Farriner en Pudding Lane. El fuego consumió la cifra de 13.200 casas y 87 iglesias, entre ellas, la Catedral de San Pablo.
Con motivo del incendio se erigieron dos monumentos para el recuerdo del incendio. Un es el Monumento, una columna dórica que consta de 61 metros de altura. Que es la distancia que separa la panadería donde se origino el fuego de la columna.
Y el otro Golden Boy of Pye Corner, que remarca al lugar donde el fuego termino.
Lo cierto que es quedó demasiados sitios que visitar, entre ellos y el más importante fue el museo Británico.
Sin embargo pudimos apreciar el ojo de Londres, una noria que se eleva a los 135 metros. Y que con las luces durante la noche, deja una foto marcada en las retinas.
Otra cosa muy peculiar son los parques que existen por la ciudad, perfectos para pasear, leer, o simplemente tumbarte para otear a las nubes.
Concretamente estuvimos en uno donde en su interior alberga un jardín japonés, el Kyoto Garden.
Es un jardín con una cascada y un pequeño estante repleto de carpas. Que invita a sentarte y contemplar las vistas desde cada uno de sus bancos.
El parque está repleto de vida, tanto de fauna como de flora, pues en el predominan muchísimos arboles y animales. Ardillas que muerden, pavos reales, patos, cisnes etc.
Por tanto y para no dilatarme más, Londres es una ciudad que me ha dejado fascinado en todos los sentidos, y una cuidad en la cual si tengo posibilidad de volver sin duda volvería.